Siempre se acusa a los jóvenes de no tener mayores preocupaciones y mal gastar su tiempo. Se nos exige responsabilidad en los estudios y con nuestras vidas, pero más allá de eso, no tenemos otras cosas por las cuales preocuparnos.
En realidad somos la resaca de una generación que luchó y que se supone, nos abrió el camino para seguir avanzando en un cambio social profundo. Lamentablemente todo eso quedó ahí, las ideologías y pensamientos coyunturales, las luchas y manifestaciones, las largas marchas por la alameda, son pasado, un pasado que siento que nos sirvió para conseguir la libertad que ahora disfrutamos, pero también tiene un lado negativo y es que mató esa magia adolescente de creer que el mundo se puede cambiar. Ahora se cree que ser revolucionario es tirar piedras y romper semáforos que pagamos todos los chilenos, si bien algunos pueden leer eso como “manifestación” en contra de un sistema enajenante, para mi es vandalismo sin profundidad ideológica, aburrimiento, estupidez y tontera en su máxima expresión.
Lamentablemente vivimos una época que ya no es de transformaciones, está todo dado. No marcaremos jamás un precedente en la historia de Chile, sólo podremos decir que pasamos por aquí, vimos la llegada del “No” con ojos de niños, una apertura a la democracia con ojos esperanzadores y vivimos un cambio de siglo con ojos desilusionados, pero de pelear por nuestras ideas jamás, de alzar la voz en el colegio, nunca, ¿que hacíamos nosotros? Mirar, ni siquiera observar, sólo somos meros espectadores de una película insípida.
No creo que a muchos de nosotros ésta situación nos tenga intranquilos, pensándolo fríamente, todas las generaciones pasadas tienen algo que contar, algo que enseñar o transmitir, lamentablemente yo creo que no tengo nada que decirle a mis hijos, en realidad he vivido mi juventud de manera pacifica (talvez demasiado), y cuando quise ser revolucionaria nadie me apaño en mi genial idea de abandonar mi cagá de colegio e irme a recorrer América Latina con una mochila y un cuaderno donde escribir mis memorias. Ahora pienso que sería de mi, si hubiese sido más valiente, pero me di cuenta que no lo soy, porque sigo aquí, inmóvil, esperando que alguien solucione las injusticias que tanto me molestan, porque, que voy a hacer yo? nada, no puedo pararme en el congreso como esas viejas locas que defienden al Tata a gritar que modifiquen las leyes sociales que en vez de ayudar están estancadas aún, después de años de espera, donde son personas las que tienen su esperanza puesta en legisladores que no mueven muchos músculos ni neuronas, que se tiran la pelota de fuego unos a otros sólo para no quemarse.Bueno, así están las cosas para nosotros, es triste pero cierto, somos una generación que conoció el pisco y los vicios mucho antes que las generaciones anteriores, o sea más encima, vamos a estar cagados físicamente, sin historias que contar, nada porque enorgullecernos y más achaques que victorias. Pero eso es lo que somos, una generación perdida en medio de la nada, un híbrido sin acuerdos entre nosotros, una masa que se mueve por la televisión e Internet, sólo somos un puñado más de jóvenes arrastrados por el sistema que nuestros propios antecesores intentaron acabar, pero nosotros reproducimos cada día más, sin darnos cuenta que esto muchas veces esto no es vida.
En realidad somos la resaca de una generación que luchó y que se supone, nos abrió el camino para seguir avanzando en un cambio social profundo. Lamentablemente todo eso quedó ahí, las ideologías y pensamientos coyunturales, las luchas y manifestaciones, las largas marchas por la alameda, son pasado, un pasado que siento que nos sirvió para conseguir la libertad que ahora disfrutamos, pero también tiene un lado negativo y es que mató esa magia adolescente de creer que el mundo se puede cambiar. Ahora se cree que ser revolucionario es tirar piedras y romper semáforos que pagamos todos los chilenos, si bien algunos pueden leer eso como “manifestación” en contra de un sistema enajenante, para mi es vandalismo sin profundidad ideológica, aburrimiento, estupidez y tontera en su máxima expresión.
Lamentablemente vivimos una época que ya no es de transformaciones, está todo dado. No marcaremos jamás un precedente en la historia de Chile, sólo podremos decir que pasamos por aquí, vimos la llegada del “No” con ojos de niños, una apertura a la democracia con ojos esperanzadores y vivimos un cambio de siglo con ojos desilusionados, pero de pelear por nuestras ideas jamás, de alzar la voz en el colegio, nunca, ¿que hacíamos nosotros? Mirar, ni siquiera observar, sólo somos meros espectadores de una película insípida.
No creo que a muchos de nosotros ésta situación nos tenga intranquilos, pensándolo fríamente, todas las generaciones pasadas tienen algo que contar, algo que enseñar o transmitir, lamentablemente yo creo que no tengo nada que decirle a mis hijos, en realidad he vivido mi juventud de manera pacifica (talvez demasiado), y cuando quise ser revolucionaria nadie me apaño en mi genial idea de abandonar mi cagá de colegio e irme a recorrer América Latina con una mochila y un cuaderno donde escribir mis memorias. Ahora pienso que sería de mi, si hubiese sido más valiente, pero me di cuenta que no lo soy, porque sigo aquí, inmóvil, esperando que alguien solucione las injusticias que tanto me molestan, porque, que voy a hacer yo? nada, no puedo pararme en el congreso como esas viejas locas que defienden al Tata a gritar que modifiquen las leyes sociales que en vez de ayudar están estancadas aún, después de años de espera, donde son personas las que tienen su esperanza puesta en legisladores que no mueven muchos músculos ni neuronas, que se tiran la pelota de fuego unos a otros sólo para no quemarse.Bueno, así están las cosas para nosotros, es triste pero cierto, somos una generación que conoció el pisco y los vicios mucho antes que las generaciones anteriores, o sea más encima, vamos a estar cagados físicamente, sin historias que contar, nada porque enorgullecernos y más achaques que victorias. Pero eso es lo que somos, una generación perdida en medio de la nada, un híbrido sin acuerdos entre nosotros, una masa que se mueve por la televisión e Internet, sólo somos un puñado más de jóvenes arrastrados por el sistema que nuestros propios antecesores intentaron acabar, pero nosotros reproducimos cada día más, sin darnos cuenta que esto muchas veces esto no es vida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario